Una investigación de Manatí, publicada en manati.mx
24 Mayo 2024
Puebla.- Durante cuatro años, el gobierno de Puebla
y el Congreso local destinaron al DIF Estatal 75
millones de pesos para llevar a cabo 11 acciones de
la alerta de género, una asignación sin precedentes
para este propósito. El organismo incumplió con su
tarea y el grueso del dinero terminó en una bolsa
cuyo destino final es imposible de localizar,
dejando en la oscuridad a cientos de víctimas de
violencia.
Alejandra* dice que esa noche tomó a sus dos hijos y
salió corriendo con ellos porque la violencia de su
esposo había llenado su hogar hasta el punto de no
dejar espacio para nada más. El único asilo fue el
departamento de su hermana, donde sus nueve
habitantes se apretaron aún más para recibir a otros
tres, pero eso era mejor que soportar otro día de
abusos.
Meses después, contactó al Sistema Estatal DIF, el
organismo de asistencia social para personas
vulnerables en Puebla, y les presentó su caso: una
mujer y dos niños desamparados por la violencia de
género.
No se trata de una historia aislada, desde abril de
2019 la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar
la Violencia contra las Mujeres (Conavim) decretó la
alerta de género en 50 municipios de Puebla. Esto
obligó al gobierno del estado a implementar 45
medidas urgentes de prevención, seguridad y justicia
para las víctimas.
Cinco años después, las autoridades locales sólo
han cumplido con una de las 45 recomendaciones y
las cifras de violencia entre 2019 y 2023 no han
disminuido: 49 mil 535 mujeres sufrieron violencia
familiar en este periodo y 205 fueron víctimas de
feminicidio, de acuerdo con la Fiscalía General del
Estado (FGE).
El DIF fue la entidad que más recursos recibió para
implementar las recomendaciones de la Alerta de
Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM). Entre
2020 y 2023, al organismo le fueron asignados 75
millones de pesos en las Leyes de Egresos del Estado
de Puebla para llevar a cabo 11 acciones y apoyar a
las mujeres más vulnerables.
Por esa razón, una trabajadora social visitó a
Alejandra después de conocer su caso, le informó que
podría ser beneficiaria de un programa que entregaba
apoyos monetarios a mujeres en situación de
violencia, pero no le dio más detalles. “Nada más te
voy a emocionar y qué tal que al final el dinero no
llega”, recuerda Alejandra que le dijo.
La trabajadora del DIF tuvo razón: el dinero nunca
fue entregado a las mujeres que sobrevivieron a sus
agresores. Esta es la historia sobre cómo este
organismo desperdició la principal inversión del
gobierno del estado para contener la violencia
feminicida.
La caja fuerte del DIF Estatal
Por la mañana del 10 de agosto de 2020, el
gobernador Miguel Barbosa Huerta encabezó la primera
sesión del año del Sistema Estatal para Prevenir,
Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra
las Mujeres (SEPASEVM). Puebla, como el resto del
país, se encontraba en contingencia sanitaria por la
pandemia de covid-19 y el confinamiento había
derivado en un récord de casos de violencia
familiar.
No era el lugar más apropiado para culpar a las
mujeres de la violencia de género, pero así lo
expresó de todos modos: “Muchas veces las mujeres
–no todas– buscan un entorno que les es riesgoso. Y
como son un grupo vulnerable, acaban sufriendo las
consecuencias. Hay que cuidarlas como autoridad, hay
que cuidarlas como sociedad y tienen que cuidarse
más las mujeres”.
El gobierno del estado y el gobierno federal
financian las acciones de la alerta de género, pero
cada uno de estos fondos se utiliza de manera
distinta.
Matilde Pérez, investigadora del Programa de
Rendición de Cuentas y Combate a la Corrupción de Fundar,
explica que mientras los recursos federales “tienen
ciertos candados para que no se puedan usar en otra
cosa que no sean proyectos elegidos a través de
una convocatoria nacional”, los estatales se emplean
de manera flexible y discrecional.
El DIF comenzó a recibir recursos estatales para la
alerta de género desde 2020, durante el mandato del
gobernador Barbosa.
Otras dependencias involucradas en el cumplimiento
de la alerta no fueron tan beneficiadas, como la
Secretaría de Igualdad Sustantiva, encargada de
diseñar la política pública para abatir violencia
contra niñas y mujeres, que recibió 52 millones de
pesos para 104 acciones entre 2020 a 2023.
Destacan tres de las 11 acciones encomendadas al DIF
en estos dos planes:
La aplicación de un protocolo de atención integral a
víctimas menores de edad directas e indirectas de
violencia de género.
La publicación periódica de informes especializados
sobre este fenómeno.
El acompañamiento jurídico, psicológico y médico de
infancias en orfandad por feminicidio.
Sin embargo, no hay informes públicos que demuestren
el cumplimiento de las acciones a su cargo, y para
acceder al expediente donde se encuentran las
evidencias que comprobarían la aplicación de los
programas, la unidad de transparencia del DIF
solicitó un pago de 144 mil 920 pesos, dos pesos por
cada una de las 72 mil 480 hojas.
El dinero que nunca llegó
Hace dos años que Karla* peregrina entre oficinas de
gobierno, juzgados y módulos de la fiscalía para
enfrentar al padre de sus hijos y exigir una pensión
alimenticia a quien la violentó. Desde finales de
2023 lo hace sin la asesoría de las trabajadoras
sociales ni abogadas del DIF Estatal que alguna vez
la acompañaron.
Varias veces las trabajadoras del organismo le
dijeron que era candidata para recibir el apoyo
económico de un programa para mujeres que habían
sufrido violencia. Como Karla se mantiene elaborando
juguetes por su cuenta, aquella posibilidad se
convirtió en una esperanza: pensó que el dinero
podría servirle para robustecer el negocio y sacar a
sus hijos adelante mientras se resolvía el juicio de
pensión alimentaria.
En 2022, el DIF Estatal dijo que creó dos programas
para dar acompañamiento a mujeres en situación de
violencia. Durante este y el siguiente año, el
organismo recibió 30 de los 75 millones de pesos del
presupuesto de la alerta para implementarlos.
El primero, “Atención para los casos de violencia
de género”, consistía en dar asesoría y
contención a víctimas por parte de un grupo
multidisciplinario de trabajadoras sociales,
psicólogas y abogadas.
Mientras que el segundo, denominado “Fortalecimiento
a la Mujer Poblana en Situación de Violencia”,
proponía la entrega de apoyo económicos dirigidos a
mujeres que necesitaban salir del círculo de
violencia, mediante un soporte inicial de 25 mil
pesos y un seguimiento de 5 mil pesos más durante
los próximos tres meses.
Un requisito para ser beneficiaria del segundo
programa es haber sido atendida antes en el de
“Atención para los casos de violencia de género”.
Sin embargo, en enero de 2024, el DIF Estatal
reconoció a través de una solicitud de información
que no entregó ningún tipo de apoyo económico a las
beneficiarias porque “no se cumplieron los
requisitos”, a pesar de que atendió 388 reportes por
violencia y brindó mil 172 servicios a 484 niñas y
mujeres.
No se invirtió en ayudas a mujeres vulnerables, pero
sí en vehículos y computadoras, cuyos costos son
comparables a las que se usan para videojuegos o
editar videos. Con los recursos del primer programa,
el DIF Estatal gastó 3.3 millones de pesos en la
compra de cinco camionetas Tiguan Volkswagen y 1.2
millones de pesos más para 22 laptops de casi 39 mil
pesos cada una, cámaras, maletines y un
videoproyector. También contrató a 25 personas
durante diez meses por un total de 4.6 millones de
pesos.
Los contratos de personal y de compras, entregados
vía transparencia, justifican 9.1 de los 30 millones
de pesos que el DIF sí ejecutó para cumplir con la
alerta de género. El resto de los recursos no está
comprobado.
Karla y Alejandra no recibieron un solo peso de
estos apoyos, y tampoco recuerdan que el DIF les
haya comunicado que no cumplían con los requisitos.
De hecho, en diciembre de 2022, dos trabajadoras
sociales llegaron a sus respectivos hogares solo
para decirles que la posibilidad de recibir los
apoyos se había esfumado.
La explicación que les dieron fue simple: por la
muerte del gobernador Miguel Barbosa, ocurrida el 13
de diciembre de 2022, el programa había sido
cancelado.
La alerta de género, en total oscuridad
Cuando Lucía* fue contratada como trabajadora social
en el DIF Estatal, la recibieron con un voluminoso
expediente que contenía información de 230 mujeres
que habían sido atendidas por el organismo tras ser
víctimas de violencia de género entre 2022 y 2023.
Poco tardó en descubrir que, en realidad, el archivo
era poco más que una recopilación inacabada de datos
de mujeres de las que el DIF no sabía casi nada.
Los registros mencionaban que la mayoría había
experimentado violencia psicológica, física,
patrimonial y sexual, en ese orden de incidencia,
aunque más de la mitad no recibió acompañamiento
psicológico por razones personales. Pero no
precisaban la edad del 43% de las mujeres, y la
única conclusión certera en toda esa recopilación de
historias es que la mayoría de los agresores habían
sido parejas y ex parejas de las víctimas.
Lo que ese expediente sí señalaba es que 27 mujeres,
entre ellas Alejandra y Karla, habían sido
candidatas para recibir los apoyos económicos del
organismo.
“Cuando las contacté, muchas decían que habían
quedado de darles el apoyo, pero nadie las volvió a
buscar. A otras fue imposible localizarlas, porque
los expedientes estaban mal hechos, con datos
incorrectos. Mis superiores me dijeron que, como no
habían logrado ejercer el dinero a tiempo, lo habían
regresado. Pero yo sinceramente creo que lo gastaron
en otra cosa”,
recuerda Lucía.
El DIF Estatal no ejerció 45 de los 75 millones de
pesos asignados por el Congreso de Puebla y el
Ejecutivo entre 2020 y 2023, según lo
indican respuestas a solicitudes de información
realizadas para este reportaje. Simplemente no
realizó las gestiones para solicitar el recurso para
la ejecución o terminó declarándose incompetente
para llevar a cabo los programas.
Este fue el caso de la construcción de un refugio de
sobrevivientes de trata de personas, para el cual el
Poder Legislativo le asignó 15 millones de pesos en
2023. En julio de ese mismo año, el DIF dijo que no
se encontraba en posibilidades de llevarlo a cabo y
nunca fue construido, según consta en un oficio.
Los recursos que el DIF Estatal no ejerció fueron
reunidos, junto con otros fondos, en el apartado de
previsiones económicas del gobierno del estado, y
debido a ello hoy “resulta inasequible identificar
el destino final del mismo”, según reconoció la
Secretaría de Planeación y Finanzas en una solicitud
de información.
¿Fin al gasto a discreción?
Hasta el año pasado, cada dependencia decidía cómo
usar el presupuesto de la alerta debido a una
ambigüedad en la Ley Orgánica de la Administración
Pública.
Según Mónica Silva Ruiz, diputada local y ex titular
del Instituto Poblano de las Mujeres, cada
dependencia actuaba por separado y reportaba sus
acciones a la Secretaría de Igualdad Sustantiva, que
luego informaba a la Secretaría de Gobernación y
ésta a la Conavim.
A partir de 2024, una reforma presentada por Silva
asigna exclusivamente a la Secretaría de Igualdad
Sustantiva la administración de los fondos estatales
para la alerta.
“Hoy este dinero está concentrado en la R016
(también conocido como Programa de Acción para
Atender las Medidas de la Declaratoria de Alerta de
Violencia de Género Contra las Mujeres), que ha sido
un compromiso del Ejecutivo de que el dinero no se
va a mover, no se va redireccionar para cualquier
otra cosa que no sea el cumplimiento de la alerta”,
abunda Silva.
Tomó casi cuatro años para que las autoridades en
Puebla remendaran, al menos en teoría, este vacío
jurídico. Tiempo suficiente para que la principal
inversión de recursos para prevenir la violencia de
género se diluyera en reasignaciones y gastos
injustificados.
Mientras tanto, Alejandra y Karla siguen enfrentando
a sus agresores. Lo hacen solas, con sus propios
medios, pues del Estado sólo recibieron promesas.
Nota del equipo: Esta investigación comenzó en 2022,
cuando una fuente reveló que ese año se habían
asignado 15 millones de pesos al DIF estatal para la
alerta de género. Desde entonces y hasta mayo de
2024, hemos realizado 67 solicitudes de información
y revisado 74 documentos públicos, incluyendo
contratos, leyes de egresos, planes de acción,
convenios de colaboración, normativas
institucionales, informes de resultados y oficios
varios. A lo largo de este proceso, hemos constatado
el gran desafío que implica el acceso a la
información pública: dilaciones y contradicciones en
las respuestas a las solicitudes, omisiones de las
obligaciones de transparencia por parte de los
sujetos obligados y cobros excesivos para obtener
archivos públicos. Estos obstáculos no solo
dificultan las investigaciones periodísticas, sino
también el ejercicio de los derechos humanos.
“Esta investigación fue realizada gracias al apoyo
del Consorcio para Apoyar el Periodismo
Independiente en la Región de América Latina (CAPIR)
liderado por el Institute for War and Peace
Reporting (IWPR)”.