El animal conoce la muerte tan solo cuando muere;

El hombre se aproxima a su muerte con plena conciencia de ella

en cada hora de su vida.

Shopenhauer

¡Hasta la muerte sabe!

En la vida,  existen diferentes etapas que se van sucediendo unas a otras llenando de significado cada uno de los días de la existencia humana. Existen diferentes factores que hacen que cada una de éstas sea diferente, sin embargo, todos respondemos a un mismo proceso, el del ser humano: nacer, crecer, madurar, envejecer y morir.

Cada etapa tiene su importancia, pero sin duda, hay una a la que nunca se quisiera llegar, esa es la de la muerte. Hablar y hacer conciencia de la muerte es un escenario complejo, porque no sólo comprende un hecho biológico, sino tonos sociales, legales, religiosos, entre otros.

Para comprender este fenómeno, nuestra sociedad le ha adjudicado un significado. La muerte es desprenderse del espíritu del cuerpo físico para continuar viviendo en el más allá. Lo que hace que la muerte de uno u otro modo, este relacionado con la vida, conjugando así prácticas religiosas, creencias y estilos de vida.

En nuestro México, el despedir a un ser que ha llegado al final de sus días, representa un momento doloroso, de receso, incluso de reflexión. En el que asisten familiares, amigos, vecinos, o conocidos. Y aunque pareciera incoherente este acto representa un festejo, tal vez el último, el más sagrado, el menos deseado.

Aunque cada estado tiene un ritual, es en nuestra región donde precisamente despedir a los difuntos es un acto totalmente contrastante, que valdría la pena analizarlo. Buscamos siempre comprar el mejor ataúd, los mejores arreglos florales, que se vean bien, que el lugar donde se vela el cuerpo esté lo mejor presentable y que decir de aquello que se les ofrece a las personas que acompañan, es ahí donde se vuelve contrastante.

Los platillos que se hacen presentes en estas despedidas son tan variados que pueden ir desde una pieza de pan, un plato de frijoles, de caldo de pollo, de salsa con huevo, antojitos, carnitas, hasta el tradicional mole y arroz. Que nunca va sólo porque en bebidas también existe una gran diversidad, café, té, atole, refresco, agua o algo más fuerte como cerveza y tequila. No importando que tanto se tenga que preparar o comprar, sino que los acompañantes coman y beban bien, así sean 10, 20 o 100 0 200.

Lo cierto es que esto, con el tiempo y las generaciones va cambiando y cada día podemos notar el esfuerzo que se hace por hacer de la despedida la mejor en imagen y en atención.

Sin embargo, es importante hacer conciencia si es mejor gastar y hacer un gran ritual cuando esa persona se va, a cuando la tenemos con nosotros, cuando necesita atenciones, cuando aún puede disfrutar de esos platillos y bebidas, cuando puede gozar de obsequios y de oler esas ricas flores.

Más valdría hacer una excelente vida, para tener una descansada muerte.

Monserrat Morelos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

              

 

 

 

 

 

                                   

 

 

                  

 

  

      

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