“¡Ayuda, ayuda!”, es el grito que
decenas de damnificados de la zona rural
de Acapulco, Guerrero, gritan a pie de carretera, a
donde los llevó la necesidad luego de que perdieron
todo por el golpe del huracán “Otis”.
Con letreros en pedazos de cartón que
dicen “Necesitamos apoyo”, “víveres”, “frijol”,
buscan llamar la atención de automovilistas,
trasportistas —que pasan a más de 100 kilómetros por
hora— se apiaden, paren y les donen algo de comer.
Algunos damnificados
agitan botellas de plástico vacías en espera de que
alguien les regales un poco de agua.
Prácticamente nadie lo hace, ni los
vehículos oficiales, como los del Ejército y
la Guardia Nacional.
“Necesitamos ayuda, nos cayeron
todos los árboles encima de nuestras casas,
necesitamos ayuda del gobierno, que nos ayude, que
nos apoye, estamos muy necesitados, no hay nada de
comer, no hay trabajo, no hay nada”,
describió Aracely Zamora, damnificada de la
localidad de Metlapil.
A la pregunta de si le había
llegado ayuda de la que el gobierno federal comenzó
a repartir, la respuesta contundente y a una sola
voz de mujeres, hombres y hasta niños fue: ¡Nada!
Según el gobierno federal, el viernes
comenzó con el reparto de más de 7 mil despensas
para los afectados. Ninguna de esas llegó hasta sus
comunidades, como Los Coyotes, Diez de Abril y
muchas más, en las que hay
múltiples viviendas destrozadas donde vivían
mexicanos de los más vulnerables, aquellos en
condición de pobreza extrema, cuyas pocas
pertenencias les fueron arrancadas por la fuerza de
“Otis”.
“En la noche nos calló el árbol
encima, estuvimos toda la noche sin dormir, el agua,
todas mis cosas andaban nadado, todo se nos echó a
perder, anduvimos tres días con la ropa mojada”,
describió Aracely.
Los poblados con cientos de
damnificados que quedaron aislados poco a poco han
recuperado la comunicación terrestre, principalmente
por su propio trabajo para limpiar el camino.
Ahora, enfrentan dos dificultades:
escaso transporte público para desplazarse a la zona
urbana de Acapulco, pero una vez que lograron llegar
se encontraron con el desabasto generado por
la rapiña desatada, apenas pasó la parte más intensa
del huracán y algo peor: algunos que robaron
mercancía ahora pretenden venderla muy por encima de
sus precios regulares.
“Nos perjudica mucho porque no
encontramos qué comer, aquí lo que están vendiendo
lo venden caro, no entendemos por qué, por qué están
tan carísimas las cosas (…) Un garrafón de agua te
lo están vendiendo en 200”,
denunció Rogelio, campesino de Metlapil, cuya
cosecha de maíz se perdió por completo por la fuerza
de “Otis”.
(Latinus).
30 Octubre 2023