LA TELEVISIÓN NO ES COMO LA PINTAN

Una imagen puede valer más que mil palabras,

pero un millón de imágenes no dan un solo concepto 

Giovanni Sartori

 

 

A lo largo de la vida humana, numerosos inventos han llegado a nuestra sociedad para reducir el tiempo de producción, esfuerzo y hasta personal. Un ejemplo fue la máquina industrial que provocó un miedo profundo porque se creía que sustituiría al hombre. Y hoy después de grandes avances aún se cree que provocó grandes problemas.

    A diferencia de la revolución industrial, la llegada de la imprenta y el progreso en las comunicaciones no representó un peligro, sin embargo con el paso del tiempo las consecuencias se hicieron notar. Cuando apareció el periódico, el telégrafo, el teléfono, la radio y la televisión, se aceptaron como progresos difusores de ideas, cultura e información. Pero ¿realmente han cumplido con el fin para el que se crearon? Para muchos analíticos el fenómeno que ha producido la televisión es totalmente diferente por el cual fue creada y las repercusiones que ha provocado en el ser humano son dignas de analizarse.  

    A finales del siglo XX el ser humano entró en una crisis de pérdida de conocimiento y por lo tanto su capacidad de saber se ha reducido, aunque la cambiante revolución multimedia o revolución digital nos indique lo contrario y es que frente a estos progresos de los que no podemos escapar hay tan sólo una regresión, la capacidad de entender.

   El nacimiento de la televisión trajo una fuerte modificación a las comunicaciones. De manera drástica obstaculizó a la radio, porque ésta ofrecía la posibilidad de llegar a audiencias más amplias, ser más inmediata y  sobre todo contarnos cada uno de los hechos con “imágenes”. Cierto es que una imagen puede decir más que mil palabras, pero mil imágenes no pueden decir nada. Por lo tanto la televisión produce imágenes pero anula los conceptos y de este modo atrofia nuestra capacidad de abstracción y con ello toda nuestra capacidad de entender. Cuando nos sentamos frente al televisor olvidamos nuestra realidad y nos sumergimos en el proceso del tele-ver, no necesitamos movernos porque la televisión nos da todo,  nos entretiene, relaja, divierte y lo mejor nos informa.

   ¿Cómo puede la televisión informarnos en tan poco tiempo? justo ese es el problema, todos creemos que la televisión nos informa y la realidad es otra. No puede informarnos cuando dedica tan sólo 1:30 min. Para hablarnos de algún hecho y 5 min para que el conductor o presentador nos dé su opinión. Realmente la televisión enfrenta un problema llamado la desinformación, que no es informar poco, sino informar mal, distorsionando y peor aún en beneficios de algunos.

    Pero no es necesario mirar hacia las grandes televisoras para observar este hecho, tan sólo basta con mirar a cada uno de los improvisados canales de televisión de nuestra ciudad y a esos personajes que de la nada se han hecho los “grandes de la noticia” (claro, si así les puedo llamar). Que más allá de que querer hacerle un beneficio a nuestra sociedad, de informarnos, de llevarnos el día a día, nos enseñan el color que los domina, el que les paga, y a los en repetidas ocasiones los nombra para menospreciarnos y presumirnos, adjudicándose  que todos son sus “amigos”.

    Los medios no exigen personas con caras bonitas, pero sí con altos conocimientos, poder de crítica y de ser criticados, facilidad de palabra, extenso vocabulario y buen uso del lenguaje. Porque el hecho de que éstas personas no lo tengan no dice que la ciudadanía zacapoaxteca no pueda darse cuenta del trato que en estos medios se nos dan. No necesitamos que nos traten como gente ignorante, mediocre que al prender la televisión solo veamos fallas técnicas, personales, de ortografía, y donde la nota principal es un “chisme de vecindario”.

    Tal vez, estas personas no se dan cuenta del grave daño que están ocasionando, porque pararse frente a una cámara tiene una gran responsabilidad, eso que dices o mal dices repercute en cada una de las mentes que lo escuchan. No olvidemos que la televisión es la primera escuela del niño, que como una esponja indiscriminadamente absorbe todo lo que ve. Por lo tanto se reduce a ser un hombre que no lee, que prefiere la imagen y predestinado a gustarle los videojuegos y por lo tanto la violencia la lleva consigo para esa etapa y toda su vida.

    El problema no es que existan estos medios, no es que esas personas estén ahí, si no que nosotros como televidentes estemos pendientes de lo que hacen, de lo que dicen, gastemos dinero en mandarles un mensaje o en realizar una llamada, y lo peor, que nos resignemos a tener esas únicas fuentes de información, cuando nosotros tenemos en la mano el control y el poder de elegir.

 

    Monserrat Morelos

   

 

                                   

 

 

                  

 

  

      

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