¡Viva México y sus puntadas!

Una vez más, el gobierno federal se rió de nosotros y de paso de nuestra historia. Porque la fiesta del bicentenario estuvo llena de incumplimientos y desaciertos que por más que trataron de solucionarlos con un gran espectáculo, no nos convence de haber perdido tanto dinero para nada.

    La factura por los gastos del bicentenario que incluye proyectos, eventos y obras públicas asciende a la módica cantidad de 230 millones de dólares, aunque claro sin contar los gastos extras que generaran las obras como la “Estela de Luz”  o el “Monumento” en el bosque de Chapultepec,  que no se terminaron y que se podrán disfrutar hasta finales del 2011, y es que ante esto no hay ninguna justificación, porque todos sabíamos cuando se celebraría nuestro bicentenario o al menos el gobierno sí, recordemos que desde el año anterior comenzaron su difusión y a vendérnoslo, no fue un hecho al que se tuviera que actuar de manera inmediata.

    ¡Pero si esto fuera poco!, al comité organizador de los festejos del bicentenario, representado por Alonso Lujambio y al gobierno se les ocurrió incluir como personaje central de estas fiestas a nadie más y nadie menos que al “coloso” sí a ese personaje de 20 metros de altura, con un peso de 8 toneladas y que de manera espectacular fue colocado la noche del 15 de septiembre en la plancha del zócalo capitalino.

   Sin embargo, ante tanta grandeza las dudas que nacen son: ¿Quién es el coloso? ¿Qué representa el coloso? Y la más importante ¿A dónde está el coloso ahora?

    Y como nadie supo responder, las especulaciones no se hicieron esperar y rápidamente se le encontró parecido con Emiliano Zapata, Jesús Malverde, José Stalin, Luis Donaldo Colosio, Vicente Fernández, Don Ramón, el Canaca, Saddam Hussein, Vicente Fox, y Freddie Mercury. Pero sin duda su apariencia física corresponde a Benjamín Argumedo, ese antirrevolucionario,  al que se le considero traidor de la patria y al que muchos de nosotros desconocíamos y quisieron rescatarlo del olvido.  Aunque esta declaración no correspondió con la de la SEP quien aseguró: “el coloso es un homenaje a los cientos de miles de mexicanos anónimos, casi todos campesinos, pobres que participaron en el movimiento insurgente, que busca proyectar un mexicano, luchón,  entregado por la causa social por lo que su rostro no tiene una identidad especifica”. Pero… ¿Por qué la contradicción? si sus creadores Juan Carlos Confield y Jorge Vargas  reconocieron que se inspiraron en Benjamín Argumedo. 

   Pero mientras se deciden y nos cuentan la verdadera historia, lo único que nos queda claro es que el mentado coloso, fue una mala inversión de 6 mil millones de pesos que no sirvió más que para estar expuesto una noche y maravillar a las masas, porque hoy no saben qué hacer con él y mientras  se levantan  encuestas o se deciden a dejarlo en el museo del bicentenario, éste está guardadito en una bodega de la SEP. ¡Y es que antes de crearlo se hubieran puesto a pensar en eso!

    Si bien ese dinero le hubiera servido a los miles de niños que viven en pobreza extrema, a aquellas escuelas que no cuentan ni con el material ni infraestructura para tomar clases adecuadamente, o mejor aún, a todas aquellas personas que están padeciendo por causa de los fenómenos naturales, como son los damnificados de Veracruz. Tabasco, Tamaulipas, etc. ¡Pero no! Ahí sí,  el FONDEN anunció que no tiene recursos para ellos, pero eso sí el titular de la SEP y de la comisión organizadora se lleno de júbilo al decir que viene el festejo del Centenario y que tendrá que ser al nivel del Bicentenario.

    No cabe duda que a la hora de festejar no escatiman y porque hacerlo si esa ya ¡es una característica del buen mexicano! Pero valdría hacernos la pregunta  que se hacía el escritor Enrique Serna en la revista Nexos. “Si nos quisiéramos tanto, como se quieren los franceses o los ingleses, ¿necesitaríamos gastarnos dos mil millones de pesos para proclamarlo ante el mundo?”.

 

Monserrat Morelos

 

 

  

   

 

 

 

 



 

 

 

 

.


 

 

 

     

                   

  

      

arriba